martes, 30 de agosto de 2016

Secuelas

Recuperándonos ¿recuperada?... nos damos cuenta que no. Hemos de reconocer con tristeza que la herida es más profunda de lo que habíamos imaginado, no es que nos estuviéramos engañando, es que no éramos consciente de la inmensidad del daño y hasta donde abarcaba. Nos quedamos en la superficie, en lo obvio, el dolor más inmediato, la decepción y traición del momento que se alarga en el tiempo, en el futuro perdido.

Pero es mucho peor que todo eso, ya que todo eso pasa, con el tiempo, poco a poco. Sí, lo afirmo, duele reconocer que aquello que nos ha atormentado no era para tanto. Sí, lo era, lo es... pero aquí seguimos, el sol vuelve a salir, quizás no tan brillante, pero ahí está, las tinieblas no lo envuelven todo constantemente. Y es cuando nos damos cuenta del alcance del daño, cuando no es el dolor el que nos frena, el que nos impide sentir, sino la desconfianza e inseguridades que has plantado en nuestro ser, que nos hace desconfiar del más mínimo detalle, aunque haya muestras de lo contrario. Un pequeño gesto derrumba las ilusiones que poco a poco y con constancia se habían abierto paso.

Me has condicionado a creer que aquel que dice querernos, nos miente, y sólo es cuestión de tiempo que nos dé el golpe de gracia, para acabar con nosotros.



Y lo peor es, aún siendo consciente, no ser capaz de evitarlo...


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