El mundo no deja de sorprenderme. Lamentablemente, para mal.
No es que haya bajado la guardia, es más, soy más cautelosa y selectiva. Espero a que las acciones hablen, no pongo medallas de confianza (y esperanza) ciega. Pero aún así me equivoco, según parece, y sigo malinterpretando supuestas buenas señales de aquellos que cruzan sus vidas con la mía, sobre todo de aquellos que parecen querer quedarse y que de repente un día se evaporan, sin dar explicaciones, pasando de un contacto constante a un brusco silencio, prohibiéndote el paso y el acercamiento... ilusos, como si realmente eso fuera posible.
Pero me hallo en la disyuntiva de reivindicar mi valor o dejar pasar y olvidar aquello que ha caído por su propio peso y que no vale la pena. Cómo congraciarse con ambas actitudes, si ambas, aún contrarias, me parecen correctas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario