miércoles, 14 de agosto de 2013

Ruido

Hay veces que el mundo es demasiado ruidoso. Una chica habla por teléfono a distancia, con un auricular en el oído que la aleja tanto de su alrededor que habla alto al no ver delante a la persona con la que conversa. Un hombre se cambia de asiento para aumentar más su espacio personal y arrastra su mochila sobre los asientos, dejándola caer con fuerza en cada pequeño desplazamiento y retumba cada golpe de manera que piensas que aquello que porta debe de pesarle lo suficiente para que no lo trate con cuidado y, por lo tanto, no lo aprecie en demasía. El autobús sube una cuesta lentamente mientras el motor sube de revoluciones y su vibración te traspasa y llena con el sonido del motor quejándose por el esfuerzo. Y todo ello atraviesa la cúpula invisible de evasión de música que suena en tus oídos, tentando aumentar el volumen aunque eso altere la quietud que te habías formado, ese equilibrio entre los sonidos y tus pensamientos, para dejarlos flotar inertes sin que su peso te abrume. Pero el ruido te devuelve a la realidad, el ruido es el mundo y los pequeños mundos de los de tu alrededor, y te das cuenta que tampoco es que anheles el silencio, no buscas silencio ya que te rodeas de música privada, y te das cuenta que no es que te moleste, sino que quisieras saber que formas parte de algún ruido.

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