viernes, 9 de agosto de 2013

Clavos

Dicen que un clavo saca a otro clavo, pero eso no es del todo correcto. No hay que sacar ningún clavo, el clavo se ha ido, pero nos ha dejado una marca que intentamos que otro clavo rellene. No nos damos cuenta que esa solución es efímera, ya que la marca dejada siempre hará que pensemos en el clavo original que la ha dejado y nos hará ver las diferencias que hay cuando el nuevo clavo no se ajuste completamente al hueco dejado. Por eso he decidido no buscar más clavos, prefiero buscar tuercas, llaves y botones, colocarlos todos juntos y que se interpongan entre yo y la marca del clavo, para no verla, para no pensar en ella, para olvidar que en ese hueco hubo un clavo una vez, para aprender a vivir sin clavos y que ello no me mate por dentro porque tengo muchas otras cosas a mi alrededor.


En ello estoy, aunque no es fácil, nada fácil, porque hay botones que ruedan y se caen, llaves que van a su cerradura, tuercas que giran a un ritmo distinto... y aunque me adapte e intente estar a todo, siempre acabo como al principio... pensando en la marca y por qué está ahí sola.

El problema no es el clavo, es el vacío que deja.

3 comentarios:

  1. Quiero que llegue el momento en que vea la marca y que sólo me parezca una mella sin significado.

    Triste llegar a eso...

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  2. Si la simple posibilidad de conseguir ocultar la muesca ya es suficiente para evadir el dolor, quizás debieramos creer que no todo esta perdido, que no somos quienes han perdido.

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  3. Y resulta que después de todo he de aprender a ver la marca y que no me afecte, porque tampoco puedo contar con aquello en lo que pensaba que podría apoyarme ya que al final me llevo también decepciones.

    Por mucho que lo intente y lo diga no consigo concienciarme que, en el fondo, estamos solos y no se puede contar con nadie, porque sólo somos un entretenimiento pasajero para los demás.

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