son a veces las más difíciles.
Llegar y simplemente querer hablarte. Comentarte el día, charlar un rato. Sentarme a tu lado y sentir tu presencia mientras mi mente divaga y vuelca las palabras que tiene encerradas. Apoyarme en tu pecho y cerrar los ojos. Aspirar tu aroma y arrebujarme contra tu cuerpo, mientras mi nariz busca el hueco de tu cuello, entre tu hombro y tu oreja.
Quizás es tan difícil, porque no es tan simple. No puedo pensar en sólo hablarte.
Y por eso no lo hago.
No hay comentarios:
Publicar un comentario