miércoles, 2 de marzo de 2016

Paso a paso

Ya ni siquiera pienso cómo estarás. Si estás bien, no quiero saberlo. Si estás mal, de qué me sirve.
Ya ni siquiera quiero hablarte, ni escribirte. Ya no tengo palabras para ti, porque tú ya no eres tú, tú ya no estás, desapareciste  de este mundo, de mi mundo, y sólo sobrevivió la sombra de lo que fuiste, quién mató al que quisiste ser, aquel que, al final, se descubrió como un espejismo que ocultaba la oscuridad que no había desaparecido. Y tengo que huir de esa oscuridad, porque me envuelve y encierra, consume mis fuerzas y me mata, poco a poco, cada día, incluso en la distancia.


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