Ya ni siquiera quiero hablarte, ni escribirte. Ya no tengo palabras para ti, porque tú ya no eres tú, tú ya no estás, desapareciste de este mundo, de mi mundo, y sólo sobrevivió la sombra de lo que fuiste, quién mató al que quisiste ser, aquel que, al final, se descubrió como un espejismo que ocultaba la oscuridad que no había desaparecido. Y tengo que huir de esa oscuridad, porque me envuelve y encierra, consume mis fuerzas y me mata, poco a poco, cada día, incluso en la distancia.
Hemos ido avanzando, dejándonos llevar por donde estaba el hilo, hasta que de repente nos encontramos que está roto, su extremo en nuestras manos, miramos al horizonte y no se atisba el otro pedazo. Es hora de buscar nuestro camino por nosotros mismos...
miércoles, 2 de marzo de 2016
Paso a paso
Ya ni siquiera pienso cómo estarás. Si estás bien, no quiero saberlo. Si estás mal, de qué me sirve.
Ya ni siquiera quiero hablarte, ni escribirte. Ya no tengo palabras para ti, porque tú ya no eres tú, tú ya no estás, desapareciste de este mundo, de mi mundo, y sólo sobrevivió la sombra de lo que fuiste, quién mató al que quisiste ser, aquel que, al final, se descubrió como un espejismo que ocultaba la oscuridad que no había desaparecido. Y tengo que huir de esa oscuridad, porque me envuelve y encierra, consume mis fuerzas y me mata, poco a poco, cada día, incluso en la distancia.
Ya ni siquiera quiero hablarte, ni escribirte. Ya no tengo palabras para ti, porque tú ya no eres tú, tú ya no estás, desapareciste de este mundo, de mi mundo, y sólo sobrevivió la sombra de lo que fuiste, quién mató al que quisiste ser, aquel que, al final, se descubrió como un espejismo que ocultaba la oscuridad que no había desaparecido. Y tengo que huir de esa oscuridad, porque me envuelve y encierra, consume mis fuerzas y me mata, poco a poco, cada día, incluso en la distancia.
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