La tristeza tiene alas para elevarse cuando quiera y caer en picado sobre nuestras cabezas.
Espera el momento en que dejamos de estar pendiente de su presencia y planea sobre nosotros oscureciéndonos con su sombra. Y sin saber el motivo agachamos la cabeza, mirando al suelo y perdemos de vista el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario