Hay días que te das cuenta que, a diferencia de lo que dice la canción, sí que llueve eternamente.
Nos preguntamos si no sería mejor renunciar a arreglar nuestro paraguas roto y dejarnos caer y esperar que el agua nos inunde y ahogue por completo.
Hemos ido avanzando, dejándonos llevar por donde estaba el hilo, hasta que de repente nos encontramos que está roto, su extremo en nuestras manos, miramos al horizonte y no se atisba el otro pedazo. Es hora de buscar nuestro camino por nosotros mismos...